“La meditación no cambia lo que está afuera, pero cambia al que lo observa.”
Anónimo.
El Aula de Meditación nació en 2008, en Osuna, como un espacio consagrado al silencio, la práctica interior y la contemplación de la verdadera naturaleza de la meditación.
Surge del anhelo de acompañar a quienes buscan comprender y vivir desde una conciencia más plena, ofreciendo una vía que une el conocimiento teórico con la experiencia viva del corazón. Desde la visión transpersonal, aspiramos a favorecer el florecimiento de una personalidad libre, sana, equilibrada y transparente, capaz de reflejar la luz de lo esencial.
A través de la práctica, el recogimiento y la escucha interior, el Aula invita a trascender lo superficial y a reencontrarnos con la presencia profunda y serena que habita en nosotros.
LA MEDITACIÓN Y EL CAMINO DE LA INTELIGENCIA
“El principio de la meditación es el conocimiento de sí mismo. Cuando las actividades del yo han cesado, sólo entonces hay silencio. Ese silencio es la verdadera meditación y en ese silencio, lo eterno se manifiesta.”
Jiddu Krishnamurti
Una teoría sobre la constitución del ser humano
Uno de los principales objetivos de la teoría transpersonal es la integración de la experiencia espiritual en el marco de una comprensión más amplia de la naturaleza y el desarrollo humanos. La teoría transpersonal, por tanto, está comprometida con la posibilidad de unificar las perspectivas espirituales y psicológicas. otorgando, sin embargo, una prioridad teórica a la perspectiva espiritual.
Esta teoría asume que, en última instancia, el desarrollo humano está dirigido hacia la plenitud espiritual y, por lo tanto, que una comprensión adecuada de la naturaleza humana sólo puede ser alcanzada desde un punto de vista espiritual.
METÁFORA DEL CARRUAJE
Constitución del ser humano
El carruaje: Componente somática. El cochero: Componente psíquica. Parte intelectual. Los caballos: Componente psíquica. Parte emocional. El pasajero: Componente espiritual. Ser esencial.
El desarrollo del ser humano
Desde esta perspectiva, podemos contemplar el desarrollo humano como un proceso que atraviesa tres etapas esenciales: la pre-egoica (etapa del ego corporal), la egoica (etapa del ego mental) y la trans-egoica (etapa de integración). Esta visión trifásica, común a las principales teorías transpersonales, describe tres modos distintos de relación entre el ego y el ser esencial.
El tránsito por estas etapas puede entenderse como un movimiento dialéctico: primero ocurre una separación o escisión, a la que se denomina arco externo del desarrollo humano; posteriormente se inicia un retorno que culmina en una integración superior, conocida como arco interno del desarrollo, correspondiente al proceso de individuación o camino iniciático.
La fase mental-egoica constituye la etapa más prolongada del ciclo vital y, en sus últimas fases, actúa como una preparación natural para la etapa trans-egoica, donde la conciencia se abre a dimensiones más amplias del ser.
En este sentido, todas las prácticas, técnicas y enfoques del desarrollo personal pueden considerarse como sendas de maduración interior que preparan el terreno para el tránsito hacia la realización trans-egoica: el reencuentro con la unidad profunda del Ser.
El arco interno de la vida y el camino iniciático
La etapa trans-egoica, también llamada etapa de integración, empieza normalmente – en los casos que realmente empieza – hacia la mitad de la vida o incluso más tarde, una vez que las tareas evolutivas del ego de la adultez temprana han sido completadas.
El inicio del movimiento hacia esta etapa está frecuentemente marcado por una transvaloración existencial de valores como consecuencia de una experiencia numinosa, de menor o mayor intensidad: las metas y prioridades mundanas pierden su significado y uno empieza a anhelar posibilidades espirituales.
El proceso de transformación espiritual que conduce a la integración con el ser esencial, se suele denominar camino interior o iniciático, y se asume que está constituido en dos sub-etapas: la regresión al servicio de la transcendencia, y la regeneración en el espíritu.
La regresión al servicio de la transcendencia es el proceso por el cual el ego, viajando hacia sus orígenes, retorna al ser esencial; y la regeneración en el espíritu es el proceso por el cual el ego es transformado y elevado espiritualmente por el ser esencial culminando en la integración con éste.
“La gracia divina no actuará en nosotros si no hacemos esfuerzos para obtenerla, y sólo los esfuerzos humanos no pueden producir en nosotros nada estable y permanente. El resultado se obtiene por la conjunción de los esfuerzos y la gracia.”
San Teófanes el Eremita (1815 – 1894) Obispo de la Iglesia Ortodoxa Rusa